Pasear por el Rastro los domingos no tiene nada de particular. Mucha gente lo hace. Pero la mayoría miran sin ver. Se detienen allí y allá, se sorprenden de la cantidad de cachivaches y objetos variados que observan, pero en realidad, no hacen más que pasar la mañana sin más.
Julio Ormaetxea no era de esos, era verdad que se pasaba todos los domingos por dicho mercadillo, pero él si tenía un objetivo y para ello limitaba sus paseos de rastreo por una única calle, la de San Cayetano, dentro del Rastro, esa calle es la especializada en todo tipo de artículos para pintura y por supuesto cantidad de cuadros que, recogidos de aquí y de allá, son una muestra extraordinariamente variada del arte más vulgar y horrible