¿Cómo se determina el precio de una obra de Arte?

Seguramente es una pregunta que mucha gente se ha hecho alguna vez.

También hay quien sigue pensando que el Arte es caro, pero olvidémonos de ellos, de los que creen que los artistas no tienen oficio ni beneficio que todavía los hay…

La obra de Arte, como cualquier otro objeto que se compra y se vende tiene un precio. Pero el Mercado del Arte, tiene una complejidad añadida. A su valor intrínseco, se le añade un valor emocional. Y la verdad es que, al fin y al cabo, con ella, con la obra de arte, no se consigue un bien de consumo, se consigue una satisfacción mucho más profunda y aquí, dejemos también a un lado, fuera de este artículo, al simpe especulador.

Partamos pues del supuesto importante de que la persona que compra arte lo hace por placer y no por negocio. Añadiremos también la peculiaridad de que hay dos tipos de mercado, el primario y el secundario. Uno son las Galerías de Arte el otro las Subastas. En el primero la relación con el artista y su obra es a través de la Galería que cuida de su promoción mediante exposiciones, Ferias de Arte y otros eventos dándolo a conocer entre sus clientes. Esta es la forma más neutral en cuanto a precio, de conseguir una obra de Arte. Las subastas suelen entender de otros valores, y aquí ya entra en ocasiones, la especulación. Además, las obras que salen a la puja en ellas, en muchos casos pertenecen a artistas fallecidos o a artistas que están en la órbita que podríamos denominar “de moda” donde ya no juega solo la calidad sino la publicidad y en cierto modo el esnobismo.

Una vez dadas estas pequeñas explicaciones sobre la particularidad del Mercado del Arte, vamos a ceñirnos a la compra en Galerías de Arte que son las más representativas en cuanto al precio real de las obras.

Lo primero que debería saber todo interesado es que el precio de las obras lo marca el artista. Es él y nadie más, quien señala el valor de su trabajo, en todo caso el galerista puede, si es el caso, aconsejarlo, pero la decisión final solo pertenece a él.

Un artista novel debería ajustar sus precios a una simple realidad, la falta de reconocimiento de su obra. Por tanto, éste debería empezar con precios razonablemente bajos. Para ello podría valerse de métodos de medición simples, al igual que crear el escandallo de cualquier producto. El valor de los materiales, el tiempo invertido en la realización de una obra etc. Parece una forma muy poco sensible hablando de Arte, pero es pragmática y una buena forma de empezar. Más adelante si consigue exponer y tener éxito en la venta, poco a poco, puede ir aumentando el valor de su obra, pero siempre teniendo en cuenta una premisa fundamental y que muchas veces se pasa por alto. Nunca una obra de un artista concreto y similar a otras del mismo, puede bajar de precio. En resumen, una vez marcado el valor de una pieza con unas características concretas (medidas normalmente) no se puede volver atrás en su valor y en estos tiempos de poco movimiento en las ventas es muy tentador volver a cotizaciones anteriores. El hacer esto deprecia y desprestigia a cualquier artista y puede terminar fácilmente con su carrera.

Sabemos pues, quien marca el precio de una obra de Arte y claro está aquí entra el valor añadido que marca la Galería; la comisión por su trabajo, el que hemos apuntado más arriba, promoción etc… Un porcentaje pactado anteriormente entre ésta y el artista y que claro está aumenta el valor final de la obra en cuestión.

Si a ello añadimos los impuestos pertinentes, que por cierto en España son abusivos, tendremos el precio final de la obra de arte.

Una vez hemos intentado explicar de una forma sencilla y clara como se establece el precio de una obra, podríamos extender este escrito a como evoluciona el mismo. Empecemos por dejar a un lado a los que ven el Arte como inversión. Sobre todo, a los que esa inversión la pretenden con artistas jóvenes y que suelen preguntar sobre su posible proyección como si esto fuera una regla establecida y el galerista fuera un vidente o algo parecido.

Para empezar y como hemos apuntado anteriormente, el artista en general es el dueño de su obra y por tanto de su precio y por ello, como cualquier otro producto, el responsable de marcar el valor conforme a su éxito en el mercado. Muchas veces y eso es un error, el galerista influye en ese comportamiento y a menudo el fracaso es el resultado. El sentido común debe primar en cualquier decisión en cuanto al valor de la obra.

Podríamos enumerar algunas circunstancias que permiten aumentar la valoración de las obras de un artista, pero es importante que esos requisitos sean fácilmente trasladados a la comprensión del comprador.

El éxito en las ventas de una forma relativamente prolongada, como ya hemos apuntado antes, es un motivo suficiente para un aumento prudencial del precio.

Otra de las posibles razones para subir el valor de la obra es la consecución de premios en los diferentes concursos que habitualmente se celebran, atendiendo claro está, a su fama o prestigio. No es lo mismo, por poner un ejemplo, ganar un premio de pintura rápida, muy habitual en muchas poblaciones, que ganar un premio influyente y de notoriedad en nuestro país como el BMW de pintura.

La divulgación de la obra en los medios de comunicación hasta ahora ha sido muy importante. Obtener un reconocimiento de la crítica especializada siempre fue un motivo para la difusión de la obra y en consecuencia su aumento de valor entre los aficionados y coleccionistas. La verdad es que hoy en día y desgraciadamente, la crítica periodística en este ámbito ha descendido a unos niveles bastante alarmantes, pero sigue siendo para muchos un punto de referencia. El problema en este sentido es que los críticos, como seres humanos que son, a veces y esto es intemporal, suelen estar “alentados” de distintas formas y en consecuencia ante sus escritos al respecto, hay que ser muy cautelosos.

Los nuevos tiempos y la evolución en el comportamiento de la gente y del público aficionado, han cambiado, en los últimos años, la forma de acercarse a las obras de arte. Estamos en la época de la imagen e Internet a revolucionado todo el sistema. La presencia en esta plataforma tan importante hoy en día parece esencial. Aunque en el ámbito que nos ocupa, está por ver el recorrido real, la verdad es que por lo que se puede esperar, el camino de la promoción y venta apunta hacia una consolidación cada vez mayor del sistema online. Nosotros mismos, El Quatre, nos hemos apuntado a ello con dedicación plena. Todo apunta a que la difusión de las obras a través de esta plataforma y en particular las llamadas redes sociales o simplemente páginas web ya sean personales o corporativas son el futuro del Mercado. Ya bastante consolidadas en el secundario, la atención se centra ahora en acomodarlas en el primario. En resumen, en un futuro inmediato, cuanta más presencia en Internet y más difusión en el mundo virtual, más valor añadido se da a las obras de un artista. Por lo tanto, todo tiende a hacer pensar que, en un futuro no tan lejano, el principal medio de revalorización será la presencia y cantidad de difusión por medio de las plataformas adaptadas al mundo, por así decirlo virtual. Todo viene al caso, porque posiblemente, el artista o la Galería que mejor se mueve en este medio será la que podrá obtener más resultados comerciales y por tanto revalorizar sus productos, dicho con una expresión quizás demasiado mercantil, pero en el fondo, totalmente real.

O sea, la presencia en las redes sociales, una página web fácilmente manejable y con ello una difusión con una visión comercial concisa y dirigida al cliente potencial que haga provocar la venta, será otro motivo para el aumento del precio de la obra de arte simplemente por la vieja consigna de la cantidad de transacciones.

Hasta aquí, poco más hay que añadir al porqué del precio del Arte. Me he extendido quizás un poco más en este último punto porque quizás es el más novedoso y el que en los últimos años y posiblemente en un futuro muy próximo, va a transformar todo el Mercado. De hecho, lo está haciendo ya en el papel que juegan las Galerías dentro de lo que había sido la trazabilidad natural desde la creación a la venta y, en el mercado secundario, en las subastas, se ha producido dicho cambio casi de una forma natural al ser el valor fijado en las obras más volátil y, por lo tanto, más manejable.

Como punto final, al fin y al cabo, volvamos al principio de la historia. El Arte siempre se adquirió mediante la puesta en marcha en cada comprador de un sentido muy simple, la emoción, el sentimiento que produce una obra al contemplarla y aquí debería terminar todo el proceso, sin elucubraciones de ninguna clase. Tanto da si vale uno que ciento…. Lo verdaderamente importante es que al observarla se sienta algo especial que va más allá de su valor material.

El Arte no es un bien de consumo, es un bien para el alma.

Sin marcas, aditivos ni colorantes.