Ahora que permiten a los perros subir en tren me he decidido hacerlo e irme a Sitges. A la “Blanca Subur” que llamaron a principios del siglo XX, precisamente los primeros burgueses de Barcelona que habían hecho fortuna en América y que se instalaron en esa villa tan cercana a la gran ciudad.
La excusa, la gran exposición dedicada a Ramon Casas que culmina el año de conmemoración del 150 aniversario de su nacimiento.

Y la muestra está montada, como no podía ser de otra manera, en el Museo Maricel. Esta Institución está instalada junto al Cau Ferrat sobre el promontorio que domina toda la villa y siempre ha sido un lugar de referencia en Sitges pues fue lugar de residencia de otro ilustre de principios del siglo XX y compañero de Casas, Santiago Rusiñol.

La exposición está muy bien estructurada y se nota el ánimo de realzar la figura de un pintor que fue la punta de lanza de toda una generación de artistas que cubrieron una época gloriosa del Arte y la Cultura en Cataluña. El modernismo fue obra de ellos, los que trajeron a nuestro país las últimas tendencias tanto artísticas como suntuarias de un París que entonces era la gran referencia.

La verdad es que el recorrido por la obra de Casas es exhaustivo. Prácticamente todas las obras más conocidas del artista están en la exposición. Y lo que más llama la atención es la cantidad de obra privada que se muestra. Uno se da cuenta enseguida de que Ramon Casas fue el artista más demandado en su época por la potente burguesía catalana que tuvo el papel tan importante de financiar el movimiento modernista que ahora define toda una época del Arte en este país.

Aparte de su faceta de pintor, Casas fue un precursor del diseño gráfico y su consecuencia la publicidad visual con su diseño de carteles para distintas marcas comerciales que son aún hoy en día una referencia importante en el mundo del cartelismo. Todo en la exposición se ha cuidado con esmero el punto de vista. Enfocado a las diferentes facetas artísticas del pintor hacen que la visita sea muy coherente.

Entre las obras del protagonista se han colocado obras de otros pintores que se movieron por aquellos primeros años del siglo XX entre París y Barcelona y que acabaron creando una escuela propia. Utrillo, Rusiñol, Picasso, Cassagemas,,, referentes de una pintura que inicio el camino a las vanguardias que luego eclosionarían y distinguirían el despertar de una nueva época dorada de la pintura.

Como curiosidad, se adivina en todas las obras que se exponen un nexo común, como si todos estos artistas se copiaran unos a otros intentando crear un nuevo concepto de pintura fuera de los convencionalismos académicos y romper de esa forma con el siglo anterior.

La verdad es que la exposición es un digno final a este “Año Casas” como se le ha llamado a la conmemoración y que en realidad es un homenaje a toda una generación y un estilo de vida que cambió definitivamente la manera de enfocar la pintura del siglo XX y que creó un estilo que muchos años más tarde es referencia de todo el Arte de un país.