Cuando ves a un artista observar honestamente la obra de otro, sueles quedarte pasmado de la cantidad de detalles que sabe apreciar y que tú, que no eres del oficio por mucha pintura que hayas visto, no entiendes o no sabes ver. Normalmente el espectador de una obra de arte simplemente aprecia el tema, y como mucho, las sensaciones que le trasmite. Pero ciertamente, hay un más allá… La pintura y más en su vertiente figurativa, en el realismo, mantiene unos secretos técnicos que para quien simplemente pretende disfrutar de ella, están fuera de su alcance.

Viene esta larga presentación a cuento porque mi último paseo ha sido por el CaixaForum de Barcelona con motivo de la visita a la exposición que va a ser la estrella de la temporada en esa institución, “Velazquez y el siglo de oro”. Una muestra que por supuesto, ha causado mucha expectación y que promete ser una de las más visitadas de la historia del lugar.

Al hilo de lo que he elucubrado al principio, la exposición en cuestión tiene dos formas de verse; la del público en general amante del arte, y la de los artistas que seguramente en masa, no faltarán a la cita. Vaya por delante, que del gran autor sevillano solo hay siete obras pues la exposición está cedida en su totalidad por el Museo del Prado y esta institución tiene como norma solo dejar esa cantidad a la vez. De ahí además el título, ya que cada una de las piezas de Velazquez está acompañada por una serie de pinturas de otros artistas nada despreciables, por cierto; Rubens, Murillo, Van Dick, Tiziano, Rivera… En fin, un elenco excepcional, aunque no así, algunas de las obras exhibidas.

O sea, pintura del XVI y XVII.

O sea, en resumidas cuentas, del llamado comúnmente siglo de oro, aunque en realidad el hilo conductor sea la dinastía de los Austrias y más en concreto Felipe IV.

O sea…

Me pasee por la exposición precisamente pensando con que ojos, yo que soy una escultura, debía mirar las obras. Si los del artista o simplemente, los del espectador. Por supuesto, me decidí por esta última opción.

Las salas están dispuestas de manera que cada una de ellas sigue un criterio expositivo a través de un tema:: el arte, el saber, la naturaleza muerta, la mitología, la corte, el paisaje y la religión Y cada Sala está presidida, claro está, por una pieza del protagonista con el tema que corresponde; a excepción de la dedicada a los bodegones en la que no aparece ningún cuadro del pintor aunque si, muchas obras destacadas de este estilo, con algunas de ellas donde el ”trampantojo” es el protagonista.

CaixaForum
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La verdad es que la exposición aún no siendo excepcional sí que presenta algunas obras que difícilmente sin salir de Barcelona, podríamos admirar y solo por ello, vale la pena la visita. Entre todas ellas y en cuanto a Velazquez, destacaré una obra en especial, “Esopo” que, aunque no seas un entendido, causa una impresión extraordinaria. Es verdaderamente una pintura contemporánea, técnicamente y también, en la forma de tratar la figura y mostrar al espectador no solo el retrato sino podríamos decir, el alma del mismo personaje y eso que Velazquez en este caso, no lo conoció en absoluto…

Por lo demás hay alguna obra más del protagonista conocida por todos, como la que figura en cartel de la exposición, el retrato del príncipe Baltasar Carlos que curiosamente está en el apartado paisaje… o, la Adoración de los Reyes, que todo y con ser una obra de juventud en su Sevilla natal, muestra ya, una forma de enfocar los temas muy personal y que marcará desde luego un antes y un después en la pintura de occidente.

Como ya hemos mencionado, grandes autores acompañan a las obras del genio sevillano y en algunos casos con piezas que no desmerecen en absoluto a las de Velazquez. No se puede despreciar ni mucho menos a Rubens, a Tiziano y otros grandes artistas de la época que marcan y dan nombre al siglo de oro. Con todo ello cobra sentido otro de los objetivos de la muestra que no es otro, que demostrar la interacción entre todas las corrientes artísticas de la época, flamenca, italiana, francesa o española y que convergen gracias a la afición a la pintura de la corte, en España y en concreto durante el reinado de Felipe IV

La exposición que acabamos de relatar se solapa con otra que el CaixaForum tiene montada desde ya hace algún tiempo y que en su título mantiene la costumbre de poner el nombre de un personaje popular y a continuación la denominación del verdadero contenido de la misma. Se llama “Toulouse-Lautrec y el espíritu de Montmartre”.

No voy a extenderme demasiado en ella porque me decepcionó bastante. Para empezar, la cantidad de obras es abrumadora lo que conlleva una saturación tanto en la forma, como en el contenido, que hace que el espectador se agote mentalmente enseguida. Me parecieron un montón de salas recubiertas de todo tipo de obras, en general de tipo gráfico, carteles y panfletos de la época más canalla por así decirlo del famoso barrio parisino. Publicidad de aquellos ya, míticos cabarés que tanto frecuentaba el famoso tullido y muy pocas piezas del que se supone a la vista del título, el protagonista de la exposición. Sin querer pensar mal, el gancho ha tenido éxito y la cantidad de público era además agobiante.

CaixaForum

En fin, dejando a un lado algunas piezas de la exposición de Velazquez de una calidad excelente, las dos muestras, aunque son muy llamativas, no dejan de tener en cierto modo una vertiente muy popular que por supuesto, en el marco de la pobreza expositiva en Barcelona, cubren un valioso hueco y por supuesto son dignas de dedicarles un tiempo a verlas.

Además, los artistas que las visiten, seguro que encontraran muchas más cosas de las que los profanos en la materia hayamos podido observar.

Eso seguro…¡¡

CaixaForum Barcelona-Exposiciones