La dignidad de un oficio. Blog de El Quatre on Cloud

Ser un verdadero profesional en el mundo de la creación artística no es fácil. Por muchas circunstancias a menudo unidas a leyendas sin fundamento, la idea general que se ha creado, incluso entre algunos que se denominan artistas, es que en el mundo de la creación no existe la disciplina, el horario más o menos controlado o simplemente la consciencia de que se está haciendo un trabajo en su sentido más prosaico. Y no estamos hablando ni de talento ni de genialidades. Eso es otro tema… Hay una frase atribuida a Pablo Picasso que se ha hecho muy famosa “La inspiración ha de encontrarte trabajando” y hay muchos pretendidos artistas que creen que eso simplemente es eso… Una frase.

Cuando tu profesión hace que la relación con el mundo de la creación artística y con sus protagonistas sea un quehacer diario, conoces, como en cualquier otro ambiente, a multitud de personas con tipologías diferentes evidentemente; pero parece ser que en este sector, en el mundillo artístico, esos tipos de comportamiento o de actitud han de ser más acentuados. Y no es verdad.

O no tendría que ser de ese modo. Al fin y al cabo, realizar una pintura, una escultura etc. no difiere en su realización material de cualquier otra manufactura humana. En realidad, el Arte es una actividad como cualquier otra y dejando a un lado insisto, el tema del talento, la calidad o el “esfuerzo creador” que ello conlleva y centrándonos simplemente en el resultado; a ello no se llega si uno no pone el empeño necesario y, en resumen, la profesionalidad imprescindible; una palabra que cada vez parece estar más olvidada, ya no solo por los artistas, sino por muchos de los responsables de los canales de promoción de la obra de éstos.  Cuantas supuestas y autodenominadas Galerías de Arte nacen y mueren continuamente hoy en día¡!

Insistimos en la profesionalidad que conlleva realizar un trabajo bien hecho, dentro de las posibilidades de cada uno evidentemente, y por supuesto en la continuidad. Es sumamente decepcionante promocionar la obra de un artista joven que te llama la atención y al cabo de un tiempo más o menos largo ver como esa persona deja su trabajo y se dedica a otra cosa. Tanto esfuerzo perdido es una lástima y pasa. Pasa incluso con gente que ha conseguido hacerse un nombre dentro del sector, a quien se le ha vendido su obra y a quien los clientes aprecian. En ese caso no solo se perjudica a quien puso su ilusión y esfuerzo en promocionar a ese autor sino a todos los que creyendo adquirir una obra que les gustaba, una pieza de un profesional del Arte, en resumen, el creador de la misma, éste era en realidad y siendo claros, un engaño. Casi una estafa. Esa no deja de ser una de las razones por las que, en El Quatre, no respondemos nunca a la clásica pregunta sobre la inversión en el Arte y sí, aconsejamos a nuestros clientes que adquieran sus piezas simplemente por su atracción hacia ellas.

Pero volviendo otra vez al tema que nos ocupa en este escrito, hay todavía ejemplos peores dentro del mundo del Arte en cuanto a esos pseudo-artistas. Queremos decir a los que no les importan en absoluto las normas que todo sector debe tener, que desprecian lo conductos normales de promoción de la obra. Que se creen en el derecho incluso de despreciar al galerista y a su cliente. Que critican continuamente el trabajo de los demás y que se creen autosuficientes (lo cual no nos interesa juzgar aquí), boicoteando y reprobando pero, el trabajo de los que intentamos llevar el Arte al alcance del público. Gente que aparece y desaparece de la profesión. Que llevan la etiqueta de artistas por la vida con una producción, por tanto, incoherente y limitada, a menudo repetitiva a poco que el éxito de un tipo o tema en su obra les haya sonreído. Un personal que ayuda muy poco a un oficio que por mucho que la leyenda diga, es tan respetable como cualquier otro. Ese tipo de personas por suerte, al final, acaban siendo conocidas por todos y aunque pudieran ser brillantes en ocasiones, por supuesto no demasiadas, su destino es el olvido.

Desterremos por tanto la bohemia y la moda, lo que hoy en día ha dado por llamarse tendencia. Lo pasajero, en fin, porque el Arte es intemporal y no confundamos los cambios y rupturas geniales que por suerte siempre han existido, con la volatilidad, inmediatez y transitoriedad de esta época que nos ha tocado vivir.